Nagyvárad es una ciudad actualmente ubicada en Rumanía, pero que desde antes del año 1000 y hasta 1919 (final de la Primera Guerra Mundial), fue parte sustancial de Hungría. Actualmente tiene algo más de doscientos mil habitantes, y desde su fundación al final del primer milenio de nuestra era por parte de San Esteban I de Hungría, ha sido uno de los asentamientos humanos más importantes de su región. Su primera mención histórica proviene del latín, bajo el nombre de Varadinum, a comienzos del siglo XI, aunque la condición de cruce de caminos del territorio húngaro hace que también sea conocida como Großwardein, en alemán, y Oradea, en rumano.
Nagyváradi presume de poseer un monasterio con casi mil años de historia, fundado por el rey San Ladislao I de Hungría. Para su supervivencia, fue muy importante el hecho de que el rey fuese enterrado allí tras mudar al lugar la diócesis de Bihar. Pronto, el culto al monarca empezó a tomar fuerza y otros reyes, como Esteban II (en 1131), buscaron consagrarse reposando junto a Ladislao.
En el transcurso del siglo XIV, numerosos gobernantes húngaros visitaron la ciudad santa para rendir culto al santo, y Nagyvárad siguió siendo parte indispensable de la historia de Hungría durante varios siglos, hasta que, después de la Primera Guerra Mundial, Hungría perdió el setenta por ciento de sus territorios (en virtud del Tratado de Trianon). Entre ellos, la región de Transilvania y otros territorios históricos de los magiares como Körösvidék, que pasaron a formar parte de Rumanía.
Otro de los símbolos de la huella húngara de la ciudad era el Nagyváradi, A.C.. Su historia futbolística está íntimamente ligada a la convulsa historia de la ciudad que lo vio nacer, y a la de todo el territorio centroeuropeo en el que está enclavado Nagyvárad.
El Nagyváradi Atlétikai Club fue fundado en 1910, y no llegó a jugar competiciones a nivel nacional antes de la Primera Guerra Mundial (tras el citado desmembramiento de Hungría). Entre 1920 y 1932, con la ciudad ya integrada en Rumanía, disputa el campeonato regional, dado que aún no existe una liga rumana organizada. Queda ganador de este campeonato en dos ocasiones (1924 y 1925), y en 1924 alcanza la final nacional, que pierde por 4-1 ante otro equipo de tierras históricamente magiares, el Temesvári Kinizsi (rebautizado entonces como Chinezul Timisoara).
En 1932 se implanta en Rumanía el sistema de liga actual, y el equipo, ahora renombrado como C.A. Oradea, compite sin gran éxito durante seis años en la máxima categoría (1932-38) y desciende a segunda entre 1938 y 1940. Es entonces cuando se produce el acontecimiento que dará inicio a la época dorada del club: el 30 de agosto de 1940 se presentaba el llamado segundo arbitraje de Viena, fruto de las reclamaciones políticas húngaras, que contaba con un decidido apoyo italiano y el más tibio de la Alemania nazi. Las potencias del Eje, dominantes en Europa en aquel momento, remodelan la frontera rumana impuesta en Trianon y devuelven a Hungría la mayor parte de los territorios con grandes poblaciones magiares en Körösvidék, Maros y Transilvania. La Oradea rumana llega a su fin: Nagyvárad recupera su nombre y la mayoría magiar de la ciudad recibe alborozada la restitución del territorio a Hungría.
Así, el Campeonato Húngaro (Nemzeti Bajnokság) se amplía en 1941, para pasar de 14 a 16 equipos, tres de los cuales provienen de las tierras recuperadas: además del Nagyváradi, entran en la competición el Kolozsvár y el Ujvidéki (de la actual ciudad serbia de Novi Sad). En 1942, el Nagyváradi, A.C. finaliza la liga de su debut en una meritoria quinta posición, pero el año siguiente es ya subcampeón, superando al todopoderoso Ferencváros, que solo puede ser tercero. El retorno a Hungría del Nagyváradi, A.C. no puede ser más afortunado. El éxito estaba cada vez más cerca.
Llega triunfalmente en la siguiente temporada, la 43-44. El Nagyváradi es el absoluto dominador de la competición y se proclama campeón con 49 puntos, 13 por encima del Ferencváros (al que derrota por 1-5 en un partido apoteósico). El equipo del Körös solo concede un empate y cinco derrotas en 30 partidos ligueros. Además, el Kolozsvár, equipo de la capital transilvana, alcanza la tercera posición.
No obstante, la historia estaba a punto de interrumpir de nuevo la brillante trayectoria del equipo verdiblanco. Casi al mismo tiempo que el Nagyváradi alcanzaba la gloria, tenían lugar el Desembarco de Normandía y la Operación Bagration del Ejército Soviético, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. El repliegue fascista condujo a los soviéticos a las puertas de Varsovia y al pie de los Cárpatos: tras varias negociaciones, los rumanos cambiaron de bando y se unieron a sus hasta entonces enemigos soviéticos.
La única esperanza a la que se aferraba Hungría era la del armisticio con los aliados, para poner fin al conflicto y acabar con la doble amenaza de ocupación alemana y soviética. Hacía ya tiempo que el gobierno magiar trabajaba arduamente en este sentido, pero todo fue en vano. Los angloamericanos no estaban ni mucho menos dispuestos a irritar a Moscú, y cuando Hitler tuvo noticia de las negociaciones secretas, ordenó la inmediata invasión de Hungría y la instauración de un gobierno títere pro-alemán.
Hungría fue escenario de algunas de las batallas más sangrientas de la fase final de la guerra. Antes de que terminase el año 1944, todas las tierras liberadas en 1940 habían vuelto a caer en manos de los rusos y sus ahora aliados rumanos. El Nagyvarádi, A.C., evidentemente, no tuvo la oportunidad de defender su título, ya que el campeonato de Liga 1944-45 hubo de ser suspendido cuando sólo se habían disputado diez jornadas.
Hasta 1946, el Nagyváradi, A.C. no volvió a competir, esta vez en la Liga Rumana y ya con la denominación de Oradea, que mantuvo hasta su desaparición. En ese primer campeonato post-bélico, el equipo, donde quedaban ya pocos integrantes del plantel campeón de 1944, finalizó en una discreta octava posición, por detrás de varios rivales regionales de las antiguas tierras húngaras. El Arad, ganador de la Liga, contaba en sus filas con varios exjugadores del gran Nagyváradi. Lo mismo ocurrió con el Kolozsvár, ahora llamado Ferar Cluj, que acabó sexto. El máximo goleador, con 26 tantos, fue el delantero del Arad László Bonyhadi.
En la temporada 47-48, el rendimiento del Libertatea Oradea mejoró ligeramente: el equipo terminó sexto en una tabla encabezada, de nuevo, por el Arad, pero al año siguiente, los verdiblancos hicieron historia al proclamarse campeones de la Liga Rumana, un lustro después de su título magiar. György Váczi, transilvano de Medgyes, fue máximo goleador de la liga. Era el delantero centro y la gran estrella de un equipo en el que sólo quedan tres supervivientes de la gran plantilla de 1944: el portero Adolf Vécsey, el delantero János Kovács y un ya muy veterano Ferenc Spielmann-Sárvári.
A partir de entonces, la trayectoria del antiguo Nagyváradi inicia un lento pero progresivo declive. En 1955, ya con el nombre de Progresul Oradea, alcanza la final de la Copa de Rumanía, pero pierde en la prórroga ante el Steaua de Bucarest. Un año más tarde, repite final y esta vez se alza con el título, derrotando por 2-0 al modesto equipo de la pequeña localidad transilvana de Aranyosgyéres (actualmente, y en rumano, Campia Turzii). Es el último gran éxito del club, que en 1958 desciende a segunda. En 1962 vuelve a la máxima categoría, pero la pierde inmediatamente al año siguiente. Sin embargo, el equipo no llega a jugar otra vez en segunda.
1963 marca el punto final de la intensa y azarosa trayectoria, de más de medio siglo, de este equipo. Su disolución no le priva de ser un club eterno por su logro, tan curioso como único: ser campeón de liga en dos países distintos, en el plazo de solo cinco años.
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