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El mensaje sin fanfarria: Jaime Rosales y Jonás Trueba

Teatro Lope de Vega, el grupo sevillano Maga fija en el calendario el 22 de octubre como la fecha elegida para cerrar una etapa del grupo, para despedirse. Lo hacen sin ruido, no hay fanfarria, ni máquina de humo… Y puede que por eso, por no hacer ruido, sean quienes son en la escena indie. Durante el concierto, mientras dudaba de mi elección de palco y pensaba en el terciopelo rojizo de la butaca, no en el verde como Cortázar, reflexionaba… Qué importante es el mensaje. En este caso lo relevante era el adiós momentáneo del grupo sevillano. Esa despedida merecía el mayor de los respetos, no necesitaba atrezo, ni filtro de Instagram, ni poción de Panoramix.

Y precisamente dos películas actuales, Girasoles silvestres (Jaime Rosales, 2022) y Tenéis que venir a verla (Jonás Trueba, 2022), en cierto modo abordan este tema, la importancia del mensaje, la necesidad de abandonar la aparatosidad o la pompa en las historias y, por ende, en los guiones.

En Girasoles silvestres no nos encontramos con una historia espectacular propia del género de ciencia ficción, pero sí con un mensaje contundente. Esa contundencia en ocasiones parte de la sutileza. En la  película hay personajes de todo tipo, el antagonista que nunca debió pasar por tu vida y otras personas que juegan a desempeñar roles… pero el peso recae, realmente, en los protagonistas, en aquellos que se equivocan, evolucionan y tienen recorrido.

Jaime Rosales ofrece todas las aristas, una visión poliédrica. Presenta a buenos o pseudobuenos, a los malos, los que no pueden cambiar… y a personas que están aprendiendo a ser y pueden rectificar. Y sí, hay un lugar donde crecen las flores a una velocidad estratosférica. Otra vez la canción de Triana (Sé de un lugar). Pudiendo afirmar que existen las casualidades, este tema reaparece en su banda sonora y se convierte en el leitmotiv de la película. La canción acompaña a Julia (Anna Castillo) en su road movie vital; una joven madre que cambia de vida, sin saber qué camino tomar. Hace suya aquella frase… «entre la noche y el día hay un territorio indeciso, no es luz ni es sombra: es tiempo».

La cinta es un relato certero a propósito de las parejas jóvenes, que no inexpertas, más o menos categorizables. Lo más loable del planteamiento es que Julia demanda lo que quiere sin que nadie tache su comportamiento de histerismo. Se le permite estar sobrepasada sin añadir una cámara lenta al drama o llevar las escenas al extremo. También se le concede alguna que otra licencia a una de sus parejas, Álex (interpretado por Lluís Marqués). Álex no es perfecto, ninguno lo somos, pero es reflexivo y, como ella, aprende a ser del único modo que sabe: siendo.

El mensaje de Jonás Trueba en Tenéis que venir a verla es algo más abstracto y nos habla de la importancia de la experiencia. Puede que tras la pandemia necesitara volver a rodar y plasmar la necesidad de volver a jugar. Trueba siempre apuesta por esa generación que se hace constantemente preguntas, es su modo de vida. La cinta se centra en un grupo de amigos y en etapas vitales bien distintas. Sus personajes siempre se cuestionan cada paso que dan, quizá desde un punto de vista cuasi metafísico, como aquella Virgen de agosto o aquel chico que no dejaba de escuchar canciones que le recordaban a ella.

Esta película es sui géneris hasta en el arranque. Pasan los segundos, sus personajes aguantan un primer plano sin diálogo mientras escuchan un concierto. No quiere añadir más información al espectador. El director disfruta haciendo cine, parece que no hace esta cinta para nadie, no busca aprobación, es un experimento, una reflexión que ha decidido compartir. Imágenes en super 8, textos de Olvido García Valdés y una banda sonora con Chano Domínguez o Bill Frisell contribuyen a construir su peculiar imaginario.

Ambos directores,  Rosales y Trueba, muestran una forma diferente de entender el séptimo arte. El cine no es sinónimo de grandilocuencia y hay hueco para discursos más o menos sutiles. Historias en las que los protagonistas siempre dan con su propia plaza de Obradoiro mental o emocional, con ese lugar donde brotan las flores, en el que descalzarse y avanzar…

Tras el adiós de Maga intuimos que son ayudados por algún viento del este y puede que escuchen alguna que otra nana sin letra

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